“Se puede hacer mucho más de lo que te imaginas: lo entiendes cuando se te acerca una niña con deficiencias auditivas de un pueblo perdido de Andalucía en el descanso de una charla en Granada y te dice que gracias a tus vídeos que se ha atrevido a echarse una novia y que ha salido del armario. Y te lo dice llorando”.
Lo cuenta Isabel Duque, sexóloga. Su alter ego, Psico Woman, lleva cuatro años explicando cuestiones sobre sexo, identidad de género, feminismo o relaciones afectivas en las redes sociales. Aprovechando la “titulitis” de Duque (licenciatura en Psicología, sexóloga con 14 años de experiencia, máster en Terapia Familiar, en Psicosomática…), la Psico Woman encarna un personaje que emplea códigos cercanos a los más jóvenes para hacer “contrainformación”: sexología “con perspectiva de género incorporada y que no reproduce los modelos del patriarcado”.
Psico Woman publica en YouTube e Instagram, pero a lo que dedica más tiempo es a responder las dudas que le envían adolescentes y adultos. Un trabajo que hace de forma altruista pero que llena un hueco vacío. “Yo lo estoy cubriendo desde el activismo, pero no tendría que ser así”, expone en entrevista con eldiario.es esta sexóloga con casi 20.000 seguidores en Instagram y 13.000 suscriptores en Youtube.
Lleva cuatro años siendo la sexóloga de urgencia de muchos jóvenes a través de las redes sociales. ¿Hay un vacío en las fuentes de información sobre sexología en la red?
Claro, ha habido muchos recortes. Nosotras venimos de Andalucía y allí en el teléfono de referencia quitaron al equipo profesional que había y ahora lo llevan profesionales sanitarios. Yo he llamado para tantear qué tal la atención y… no te tratan bien. Y si no me tratan bien a mí que tengo más de 30 años pues imagínate a alguien de 16. El problema es que son profesionales sanitarios random, que puede que sepan algo de sexología o puede que no. Que puede que tengan alguna conciencia de género o puede que no.
En otras partes de se están impulsando servicios de ayuda a través de WhatsApp que creo que funcionan bien, pero claro, tienen un horario de atención. Y hay cosas, como por ejemplo el tema de la pastilla del día después, que muchas veces son urgentes y que cuanto antes te informen mejor. También influye el tema de la confianza. A mí me escribe mucha gente por Instagram porque se lo ha recomendado un amigo que le ha dicho que le puedo ayudar.
Si hubiera un recurso a nivel estatal que siguiera un poco los códigos de la gente joven, pues seguro que también lo petaría. Es de mucha necesidad.
¿Lo hace como youtuber o como ciberactivista?
No me considero youtuber. Tendría que hacer cosas que se supone que tienen que ver con eso, como hacer colaboraciones, o jugar a ciertos juegos para que los vídeos sean más virales y se vean más. No sé, no me veo en esas.
¿Ciberactivista? Activista sí. Yo cuando llegué a este mundo no era ninguna experta en lo digital, no tenía ni ordenador ni redes sociales. Yo pasaba. Pero quería seguir estando cerca de la gente joven y veía mucho contenido en YouTube cargado de violencias hacia las mujeres, de sexismo, de homofobia, de xenofobia. Así que decidí crear contenido, contrainformación y sexología crítica, para que estuviera también en YouTube.
¿Mantiene el canal de su bolsillo?
Los vídeos no están monetizados. A veces salen anuncios, pero es cosa de YouTube. No está monetizado porque no me parecía muy ético teniendo en cuenta la línea del canal y que luego, por ejemplo, te salga un producto de rejuvenecimiento facial cuando tengo vídeos que cuestionan mucho el ideal de belleza.
Para cubrir los gastos del canal, sí, yo pongo dinero para contratar el equipo. Está también el merchandising, que es un poco simbólico, y hay vídeos que están amadrinados, como el del placer más allá de los 60, el de la primera vez, el de la sexualidad, embarazo y deseo. Hay mujeres, creo también hubo un hombre, que cubrieron los gastos de grabación y de edición.
¿Cree que la gente entiende que su trabajo debe ser voluntario porque está destinado a las redes sociales?
Claro. Por una parte estamos naturalizando y normalizando poner nuestro conocimiento de forma gratuita y al servicio de todo el mundo en la red. Es algo sobre lo que se ha reflexionado bastante, como por ejemplo Remedios Zafra. Pasa también en lo que hago yo, cuando me preguntan por mensaje directo. Ahora mismo tengo unas cuantas preguntas de gente adolescente que tiene una urgencia a nivel de sexualidad y que no sabe dónde preguntar.
Yo lo estoy cubriendo desde el activismo, pero no tendría que ser así. Tendría que estar cubierto. Creo que esto pasa mucho con todo lo que ponemos en redes: si se pone la información gratis, parece que la información viene de fuentes no fiables, como cuando se dice “la youtuber”. Bueno, llevo 14 años de profesión. Soy psicoterapeuta, sexóloga…
También enfatiza que paga de forma feminista a sus colaboradores.
¡De forma digna! Claro. Por ejemplo, cuando yo cuando fiché a Cris [Cristina Chinchilla, cámara, a su lado durante la entrevista] ella trabajaba en una productora y yo flipaba cuando me contaba con el maltrato en general y económico que había. Para mí es como, jolines, es que no es compatible hablar de un trabajo, de unos valores feministas, y no pagar dignamente.
¿Quién pregunta más? ¿Chicas o chicos?
Chicas. También me siguen bastantes más chicas que chicos. Los chicos, cuando cuando me han escrito, es por el tema de que están desenganchándose de una relación y dicen que no pueden y que no saben cómo gestionarlo, que están desesperados.
La duda mayoritaria entre las chicas es “no sé si me he quedado embarazada”. Y muchas preguntas que, si supiéramos biología, si supiéramos cómo funcionan los genitales femeninos, no haría falta responder.
¿Cuál es la media de edad?
La mayoría de gente que me sigue es de 18 a 25, por las estadísticas que me da Instagram.
No estamos hablando solo de chicos o chicas de 13, o 14 años entonces.
No, no. Te sorprenderías.
En uno de sus vídeos con más reproducciones sale a la calle con una figura de un clítoris y pregunta a la gente si sabe lo que es. Es de 2017. ¿Ha notado un cambio desde entonces o podría publicar el mismo vídeo hoy mismo?
Podría publicar uno exactamente igual hoy mismo. De hecho, estos días que hemos estado de formaciones yo siempre lo llevo. La duda sobre el clítoris sigue. Pero en general, en el último año yo sí que creo que ha habido como un boom a través de muchas áreas. Desde ilustradoras, pasando por sexólogas, activistas… se ha empezado a poner el placer de las mujeres en primera línea y, entre otras cosas, el clítoris. Ahora, ¿que la gente sepa que ese órgano es el clítoris? Pues no.
[Interviene Cristina Chinchilla] ¡Qué va, si el otro día me dijeron que si era penitente de Semana Santa!
¿De dónde sale la idea de cada uno de los vídeos?
Los primeros temas fueron muy básicos, sobre la educación diferencial del sistema sexo-género, el tema de la diversidad. En general pienso en qué me hubiera venido bien que me contaran cuando yo tenía 15 años. Hay una sección que es la Psico Woman responde, con las preguntas que más me hacen por mensaje directo o por mail o con alguna que me parece súper interesante. Luego está Psico Woman pregunta, que es cuando hacemos entrevistas a profesionales, que a veces están dirigidas al público joven, pero otras también a la comunidad educativa. Por ejemplo, hay una activista trans a la que pregunto qué mensaje daría al profesorado, a las padres y a las madres…
Hay otros vídeos que los hago simplemente porque a mí me apetecen y punto, que para mí ha sido muy interesante permitírmelo. ¿Cada vídeo tiene que tener un porqué, para qué? Pues mira, no. Colaboramos con Pikara Magazine, sobre todo cuando salimos a la calle a preguntar cosas a la gente. Entre los últimos que he hecho está la serie de Conectar sin que nos raye sobre ciberviolencia, sexting, los celos y todo eso. Lo hicimos en colaboración con el Centro de la Mujer de un pueblo de Jaén: yo preparaba el guión, lo consensuaba con las técnicas, y luego lo grabábamos con un grupo de jóvenes de allí. Ese proyecto para mí ha sido uno de los más bonitos y ahí hay un material que no encuentras en la red, porque siempre se enfoca el tema hacia las mujeres, como si fuéramos tontas y culpables de recibir violencia. Y muchas veces ese mensaje llega a las aulas.
Ha hecho varios vídeos sobre si se puede ser trapera y feminista. ¿Se lo preguntan mucho?
¡Todo el rato! A nosotras nos gusta el reguetón y cuando hacemos un taller o una formación, siempre ponemos música al principio y al final. Ven que pinchamos trap y nos preguntan constantemente si se puede ser reguetonera y feminista. Las alumnas me dicen claro, es que nos dicen que nos gusta el reguetón, que cómo nos quejamos de que nos pase lo que nos pasa.
Defiende que las redes son muy importantes para politizar a los jóvenes, por encima del mensaje de que el activismo digital no es un activismo de verdad.
Bueno, no me gusta mucho la palabra mucho la palabra politizar, porque intento despolitizar lo máximo posible el proyecto. Pero sí, claro que sí. ¿Tú sabes la cantidad de gente que me dice que se ha puesto a estudiar psicología o educación sexual por las dudas que ve en el canal? Puedes hacer mucho más de lo que te imaginas. Lo entiendes cuando se te acerca una niña con deficiencias auditivas de un pueblo perdido de Andalucía en el descanso de una charla en Granada y te dice que gracias a tus vídeos se ha atrevido a echarse una novia y que ha salido del armario. Y te lo dice llorando. Claro que se puede hacer mucho. Para empezar, no sentirte sola.
Hay un vídeo muy cutre, muy cutre, que lo odio, pero que tiene muchas reproducciones, que es el del tamaño de los labios vaginales. Lo hice porque no paraban de llegarme mensajes de mujeres, algunas muy jóvenes, pero muchas adultas también, que querían hacerse una labioplastia, que es cortar los labios internos para que no sobresalgan de los externos, porque eso no es estético y eso no sale en el porno comercial. Hice un vídeo-respuesta explicando que cada vulva es diferente, que es normal tener un labio interno más grande que otro, que sobresalgan los extremos… e imagínate: si a ti el capitalismo y el patriarcado te está diciendo que tu vulva es fea y que para que sea bonita te tienes que hacer una intervención estética, empiezas a bichear, ves este vídeo y de repente no te sientes sola, no te sientes marciana y te empiezas a cuestionar las cosas. Me han escrito muchas chicas sobre ese vídeo diciéndome que qué bien que lo encontré porque yo me iba a hacer una intervención.
Vaya.
Claro, claro. Claro que se pueden hacer muchas cosas, pero yo no sabía el trabajo que tenía generar contenido en YouTube. ¡Yo pensaba que no hacía falta ni hacer guión! Cuando te das cuenta de todo el trabajo que hay detrás de cada vídeo… para mí todo esto suma. Tenemos que llegar por todas las vías que se puedan.
¿Ha sufrido violencia por crear contenido feminista vía redes sociales?
Pues voy a decir que yo pensaba que iba a recibir mucha más. También, por otro lado, creo que he aprendido a normalizar la violencia. No hace falta que hagas activismo en redes, si eres una mujer joven que utiliza las redes sociales, se te va a cosificar. Todas nuestras alumnas nos dicen que les llegan foto-pollas, que les ponen comentarios súper-cosificadores… para mí lo interesante es resaltar que esos comportamientos son violencia. Que pensamos que es súper normal, pero que no tendría por qué ser así.
También se nota mucho cuando alguien comparte un vídeo en algún foro tipo Forocoches. Ahí claro que te enteras porque hacen como mucho ruido repentino. Una de las cosas que a mí me ha llamado mucho la atención es cuando en el canal visibilizamos las cosas que están haciendo las chicas, chicos, chiques jóvenes en la lucha por la igualdad, la de comentarios de gente atacando que he tenido que borrar.
¿Borra los comentarios violentos?
Los borro porque paso de que los lean los protagonistas de la cápsula y paso de que haya comentarios de ese tipo en el canal.
¿No cree que borrarlos oculta una parte de la realidad? La que muestra que publicar ese contenido genera una violencia.
Sí, pero porque tengo una doble política. No hago debate en la red, hago debate en persona, en los talleres. Decidí no responder y no hacer debate en las redes. No porque a veces no me apetezca un montón sino porque digo mira, suficiente tiempo echo contestando a las dudas, creando el contenido, poniéndolo accesible o haciendo una lista de recursos para profesionales como para ponerme a responder a gente que te ataca. Además gran parte de esa gente cuando le respondes, como ni siquiera se esperan que lo hagas, se quedan ahí y no vuelven a hablar.